sábado, 12 de septiembre de 2009



ABC. 5 de septiembre

Al menos ahora hay una vía de negociación, pero las posturas siguen por el sendero del desencuentro. A la Junta de Andalucía le ha costado muy caro -en términos de desgaste político en el sector de la sanidad pública- anunciar a finales de 2006 un proyecto «para refundar el Hospital Reina Sofía» y, luego, cambiarlo de un modo sustancial sin pedirle opinión a los profesionales del Servicio Andaluz de Salud (SAS).

Las infografías que mostraron a la Prensa la consejera María Jesús Montero y el entonces vicepresidente de la Administración autonómica y hoy presidente, José Antonio Griñán, despertaron muchas ilusiones entre el personal del Materno-Infantil, que desde hace años se siente relegados en las obras de mejoras del complejo. Discriminados o no, lo cierto es que el Materno-Infantil, que fue el primer edificio que se inauguró en el Reina Sofía, tiene notables carencias estructurales en sus instalaciones.

La decepción cundió cuando, a finales del pasado año, trascendió que Salud había desechado hacer un hospital de niños independiente -como anunció en un principio- para llevarse el Infantil al actual Hospital General. El temor de los profesionales era doble: por un lado, a que, de nuevo, el recinto para niños fuera el que se beneficiara de la reforma con más demora; de otro, a que los menores, al disponer de un edificio propio, entraran en contacto con los enfermos adultos.

Miles de firmas y unas quince asociaciones profesionales, además de opiniones a su favor tan respetadas como la de Manuel Concha, han sostenido en estos meses la demanda de la plataforma «No me quites mi hospital», que ha merecido incluso que el Defensor del Pueblo Andaluz repruebe el estado en el que está el Materno-Infantil si bien ha asegurado que la reforma prevista se ajusta a la ley.

Desgate laboral

De fondo, pero en primer plano de las relaciones personales de los trabajadores, se ha vivido desde marzo un áspero enfrentamiento entre los jefes de sección del Reina Sofía, que secundan a la Junta, y buena parte de los médicos y enfermeros de base. El jefe de servicio de Pediatría, Juan Luis Pérez Navero, ha mantenido una postura equidistante que ha molestado a muchos de sus subordinados.

Por el momento, la Junta ha sido incapaz de calmar los ánimos. Los intentos como los de ayer han sido en balde.

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