CARTA EN EL DÍA DE LOS DERECHOS DEL NIÑO
José Castillero y Manuel Frías.
Portavoces de la Plataforma ciudadana “No me quites mi Hospital”
Siempre es deseable y, a la vez, ineludible,
recordar los derechos de los Niños, avalados por una Declaración Universal y especialmente
hoy, día 20 de noviembre, en el que se celebran los 24 años de su aprobación
por las Naciones Unidas.
Desde la
Plataforma “No me quites mi hospital” queremos hacer este recordatorio a la
ciudadanía en general y a los responsables del Hospital Reina Sofía en especial,
pues, en ocasiones, los niños ingresados en este recinto ven vulnerados algunos
de sus derechos, también reconocidos en la Carta Europea de los niños
hospitalizados.
La
administración está obligada a garantizar que estos dispongan de un ambiente hospitalario
sano y seguro, donde se respeten su dignidad e intimidad y a mejorar las
condiciones de seguridad, sociabilidad, ambientación y luminosidad adecuadas a
la infancia.
Estos derechos
se incumplen cuando los niños en este hospital soportan, en algunas
habitaciones, un ruido muy por encima de los límites legales permitidos, generado
por maquinas mal ubicadas; cuando son ingresados y atendidos en habitaciones y
consultas de mínimas dimensiones, mal ventiladas y donde se han cercado o tapiado
las ventanas; cuando son ingresados en ilegales habitaciones compartidas; cuando
se dificulta el aspecto social de los niños al no contar con áreas lúdicas
específicas abiertas en horario “no escolar”, como ocurre en otros hospitales,
etc. En definitiva, por ser atendidos en un hospital infantil cuyas caducas instalaciones
ya no dan más de sí, ni proporcionan respuestas a las demandas de la Pediatría
actual y donde las reformas parciales aplicadas que se acometen, parecen no
tener suficientemente en cuenta el principal objetivo, que no debe ser otro que
el bienestar de los niños.
Es necesario
crear un ambiente hospitalario que no solamente considere la calidad en la
atención médica, sino que también atienda las necesidades psicológicas,
emocionales, educativas y sociales de los pacientes infantiles y de sus familias,
afectadas por la traumática experiencia de la enfermedad de sus pequeños.
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