lunes, 23 de febrero de 2009

Una cura de humildad


DEBE existir una asignatura en la Escuela Andaluza de Salud Pública de Granada donde sea objetivo central la sobredosis de autoestima y prepotencia de los altos directivos del SAS. Intuyo que como material didáctico-práctico de esa materia se incluirá un profundo análisis de las castas de la civilización egipcia que dominaban sus sociedades mediante el secuestro de la información y la escritura jeroglífica, que controlaban y heredaban en un círculo cerrado para mayor gloria del desconocimiento popular y su sometimiento corderil. Pues, no acierto a entender la postura del staff político-gestor-facultativo del hospital Reina Sofía ante la polémica del Materno-Infantil y su reforma, frente al ímpetu ciudadano y profesional de una plataforma y más de doce mil firmas que piden explicaciones. Disipar las dudas que suscita un cambio de planes en la virtualidad permanente en la que viven nuestros políticos cuando no se sabe realmente qué hacer para resolver los problemas de la calle.
De entrada, el único dato objetivo pasa por que el planteamiento del Hospital del Niño y la Madre vendido a bombo y platillo por la consejera de Salud en 2006 se cae de la infografía. Lo demás, como se insiste desde el Hospital y la Junta, debe ser un acto de fe ciega o dogma de casta suprema sobre un proyecto indefinido aún, del que apenas hay datos contrastables a la luz pública. Frente al que las críticas de muchos profesionales sanitarios multiplica las dudas y fisuras nacidas del mutismo soberbio del staff que dice y se desdice con suma facilidad.
Choca que los jefes de servicio del prestigioso Reina Sofía combatan las críticas apelando a la fe ciega del entreguismo servil. Que la ciencia y su razón se reivindique justo con su antípoda: el dogma y la sinrazón para creer (Pío Baroja, «El árbol de la ciencia»). Que apoyen genuflexos un proyecto ni siquiera terminado. Resulta muy llamativo que la misma consejera que unos días atrás tildaba esta polémica de «sinsentido», fuerce ahora al gerente del Hospital a salir a la raya del «9» para fajarse con el miura que ha ido engordando gracias a la falta de información clara, veraz y generosa. Aún más, que el PSOE exija en el Ayuntamiento las mismas aclaraciones que la calle (usuarios y sanitarios), en un acto que le honra, mientras su aparato se calla. Y, sobre todo, que estos aventajados alumnos de esa Escuela Andaluza de la Inmodestia presupongan que la mayor credibilidad está en exaltar el desconocimiento de quien, simplemente, les exige unas explicaciones legítimas en una democracia. Sobre todo cuando la factura la pagamos todos (y no es barata).
Lo decía bien estos días el jefe de Pediatría del Reina Sofía hasta que entregó la cuchara: «Se trata de los niños que pasarán por aquí en los 30 ó 40 próximos años». Ellos seguro que no necesitarán nunca una cura de humildad.

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